lunes, 21 de diciembre de 2009

Consejo de Hermandades

No podía dejar este tema si tocar, y lo haré con la mayor brevedad posible. Voy a hablar del una institución que pensaba que no existía, pero que diversos medios me han confirmado que sí existe: El Consejo de hermandades, podría comenzar con la critica correspondiente que es de suponer que sería dura, de esas que no agrada ver, pero que por fuerza tendría que ser así, porque a la vista queda como funcionan nuestras hermandades y el bajo nivel de la semana santa y las glorias.
Pero me veo en una gran imposibilidad, no sé exactamente cuanto de responsable es este consejo, ni como funciona, ni quien lo preside, ni quiénes lo forman. Así pues ¡Qué difícil es criticar algo tan intangible!
Me han hablado de un eclesiástico, responsable de la gestión arzobispal de estos asuntos cofrades, hay quien me ha hablado bien y quien me ha hablado mal. Vuelvo a estar en la misma situación: ¿Cómo criticar o señalar a alguien de quien no se el grado de responsabilidad? ¿Cómo valorar su actuación si no sé en que consiste?

En la red no hay practicamente datos sobre este asunto y en los pocos entornos cofrades que he podido tantear se ha hecho el silencio cuando he preguntado sobre estos temas. Los hermanos no saben o quizás no quieren hablar, de estos superórganos, y todo lo que me cuentan, los pocos que he conocido y que me han escrito lo hacen fundamentalmente de sus juntas de gobierno, no de estos órganos. Es como si no existieran o no funcionarán o... no sirvieran de nada.


Y he aquí que llego a la conclusión de que quizás fuera más apropiado plantear qué es lo que debería hacer dicha institución, si existiera o si existe. Dar unos cuantos palos de ciego sobre su gestión, pidiendo perdón de antemano, porque quizás atribuya méritos y desméritos de forma errónea. Lo que no es erróneo son los muchos fallos y carencias de la semana santa madrileña.

En primer lugar: ¿Sí existe esta institución a qué espera para hacerse real a través, al menos de la red de redes?

No estaría de más saber cuáles son sus funciones y sus poderes.

Desde luego sería muy positivo que tuviera poder para organizar los días y los itinerarios cofradieros. Para fijar unas normas de conducta básica sino para los cofrades que participan en los actos públicos, al menos sería magnífico que definiera cómo han de estar formadas las cofradías, por ejemplo qué insignias son indispensables y por supuesto cuáles son totalmente dispensables.


Sería extraordinario que tuviese cierta capacidad para imponer coherencia en actos de la importancia de las procesiones patronales y del Corpus Christi.

Y sería milagroso que fuera capaz de organizar un pregón de semana santa, sé que existe, pero dudo sobre su organización, milagroso y maravilloso que se ocupara de hacer y difundir un cártel de semana santa, extraordinario que se ocupara de informar y de que informen adecuadamente a los medios de comunicación habitualmente deformadores de la opinión pública, especialmente en estos aspectos.

Sería fabuloso que fomentara la creación de nuevas hermandades y de una generosidad extrema, casi filantrópica que se ocupara de salvar y resucitar viejas hermandades ya desaparecidas.

Por supuesto, un consejo que tuviera capacidad para imponer a las cofradías el decoro y una consideración a la dignidad de una estación de penitencia sería algo que debiera poder hacer este consejo, y de paso que fuera también capaz de imponer unos mínimos en las calidades de las nuevas imágenes... (esto ya debe ser mucho pedir...)


Así pues ese consejo tendría muchos campos de acción, mucho por hacer. Pero no se puede obviar la principal función para ese consejo,conseguir nuevas mentes, nuevas almas, nuevos brazos, nuevos píes capaces de afrontar tanta labor. Cuatro cofrades no pueden hacerlo todo, de eso también se quejan en ciertos medios cofradieros madrileños: "somos siempre los mismos". Se necesita savia nueva.
Por increíble que parezca en una ciudad de 3 millones de habitantes, que tiene la ciudad de Madrid sin incluir el "área metropolitana", no hay un relevo generacional asegurado y no hay savia nueva capaz de acometer toda esa ingente labor que precisa renovar la semana santa y las glorias madrileñas.

Hoy no voy a entrar en la necesidad de cofradías y cofrades de desmarcarse de la mala prensa que le hace el radicalismo de ciertos sectores, porque es hacer un brindis al sol.

El Consejo, o como queramos llamar a las "instituciones reguladoras" de la semana santa si no existen, entiendo, que debieran existir, por supuesto deben estar formadas por laicos, a ser posible por cofrades, deben ser las propias cofradías las que se ocupen de formar el consejo, ya que como he dicho este consejo debe llegar a tener capacidad de toma de decisiones.
Si me permiten el símil, se trata de hacer una Unión Europea de las hermandades, una construcción supracofrade a la que ceder por parte de las cofradías un tanto de su autonomía en aras de unas mejoras que sólo entre todos se pueden conseguir. Aplicar el modelo de construcción europea, delegando poder en esa institución nueva, superior a las cofradías con poder para imponer obligaciones a las propias cofradías.

¿Por qué laicos? ¿Por qué autónomos de los eclesiásticos? fundamentalmente porque los eclesiásticos no están para estas cosas y además se eliminan ciertos riesgos, como el de una identificación excesiva entre el propio arzobispado como institución y las cofradías, todos pertenecen a la Iglesia Universal, y aún más formalmente las cofradías se deben a su obispo, pero cada uno tiene su labor y su línea de actuación. Las cofradías aunque forman parte de la iglesia son una riqueza espiritual y cultural que debe identificarse por si misma. También de esa manera se evitan obediencias extremas, encorsetamientos y es más, estoy convencido de que es la mejor forma de que la iglesia en Madrid tenga una "cara amable", no voy a entrar a valorar la faz que muestra...
Laicos que sepan del tema, sobre todo de esos asuntos técnicos que necesitan más reforma: Protocolo y ceremonial, simbolismo, artes y calidades etc.

No he querido ser muy duro con el consejo, que pueda existir, ni tampoco con la función del arzobispado, ya he aprovechado, y aprovecharé, otras ocasiones para criticar un desastre organizativo y organizado que se da en procesiones patronales y corpus christi, un desastre que suele tener el sello indeleble de un arzobispado que busca el protagonismo en momentos que no debería tenerlo.
Pero no quiero pasar por alto mi función de pepito grillo y una vez más llamar a la conciencia, especialmente de aquellos que tengan la capacidad de hacer algo, la Semana Santa de Madrid, y también las glorias, se merecen un cambio y un rescate. Estos asuntos cofradieros en Madrid no son solemnes, ni queridos, ni sentidos, ni valorados, ni crecen, ni mejoran y si no se cambia esta inercia el resultado va a ser de un lado una ciudad sin tradiciones, de otro lado una perdida inperdonable de devoción y por tanto de fe.








miércoles, 2 de diciembre de 2009

¿Sí se puede?

La más que fámosa frase o lema de campaña del actual presidente de Estados Unidos en principio parece válido para todo momento y para todos aquellos que tienen la ilusión de querer cambiar alguna situación que les parece adversa. Son muchas las ocasiones en las que me plateo si la frasecita es oportuna. El lema o frase es una afirmación, y además contundente, "Se puede", sin embargo si el escenario cambia entran las dudas, y más concretamente si ponemos el foco en la realidad cofrade madrileña, entonces se hace inevitable adornar la frase con unos signos de interrogación, que le quitán toda la fuerza, es el peso del pesimismo.


El panorama cofrade madrileño es más que complicado, es un tanto especial y si me lo permiten, triste.

En otras ciudades de España la semana santa es un fenómeno respetado y con buenos sintomas de continuidad, forma parte de la vida social y cultural de la ciudad, son muchos los lugares en donde en los últimos años han avanzado hacia un renovado explendor cofradiero, y otros muchos en los que se redoblan esfuerzos por hacer cada vez una Semana Santa mejor, para propios y extraños, para los hermanos y los conciudadanos, para los vecinos y los forasteros, para jóvenes y mayores y para creyentes y menos creyentes, para todos y por todos.

Como se trata de poner la cuestión en negro sobre blanco, nada mejor que hilar un tanto la descripción con una comparativa entre este panorama cofrade madrileño y el panorama cofrade español, que sorprendentemente son bastante diferentes.

Por citar algunos datos, Madrid, la ciudad más poblada de España, se encuentra muy lejos de ser la ciudad con más cofradías o hermandades, cierto es que la Iglesia y las hermandades padecieron durante mucho tiempo muchos daños, que hoy se vuelven o parecen imposibles de reparar, precisamente por esa condición de capital Madrid sufrió más que ninguna otra ciudad las inclemencias del tiempo político. Hoy sin embargo esas inclemencias no existen, o no tendrían porque ser tan tormentosas si algunos no se empeñaran en revolver el temporal...

Hace años que no se fundan nuevas hermandades, las últimas fundaciones fueron la hermandad de los gitanos año 1996 y la refundación de los Alabarderos ya en los primeros pasos del siglo XXI. Y hasta ahí ha llegado el afán fundacional, lejos de las incorporaciones constantes que suceden tanto en Andalucía como en Castilla.

En cuanto a número de nazarenos, es también escaso, demasiado escaso en comparación con el número de católicos madrileños, son pocas las hermandades que superan la centena, y en cuanto a número de hermanos son también escasas las hermandades que pueden decir que llegan al millar de hermanos.


Aparte de otros problemas y de enconadas discusiones estilísitcas, hay que señalar que son las hermandades de corte "andaluz" las que más han prosperado, no porque estén formadas por hermanos procedentes de andalucía, sino porque entre el público y los cofrades madrileños son las más populares y apreciadas, aún las de más riguroso luto como los estudiantes, por eso, con mucho acierto alguna hermandad como la hermandad del Pobre o los Cruzados de la Fe han tomado elementos estilísticos de la "escuela cofrade andaluza", lo han hecho para mejorar y han encontrado una pauta sobre la que crecer y bajo la que regirse, una pauta para sobrevivir, si quieren, no creo ni yo, ni nadie, que ese cambio haya sido perjudicial, ambas conservan intacto su casticismo, ambas además han visto reforzado su estatus, y sin embargo ¿Por qué el resto de hermandades no han seguido esta pauta?


Tomar elementos andaluces es una expresión nefasta y además equivocada, no es tomar elementos andaluces sino abrirse a una evolución estilística que se ha dado primero en Andalucía pero que en la misma Andalucía tiene muchos y muy variados matices y que allí donde llega se impregna, como no podría ser de otra manera de los rasgos locales. Consiste en definitiva en unos cuantos aspectos fundamentales y un sinfín de elementos secundarios que dan el matiz entre una hermandad que busca mejorar y trabaja por ser mejor en la calle y en el templo, en contraposición a hermandades abandonadas a la inercía inmersas en una continuidad muchas veces irreal, ya que lo que muchas veces continuan como si fuera tradición los que no es más que perpetuar soluciones provisionales y sombras de la grandeza que tuvieron en otro tiempo.
Muchas veces, justo es recordarlo, en esa envoltura procedente del sur, llegan elementos que antiguamente existieron y que se perdieron por azares del destino y que por tanto son tan andaluces como castellanos, son intrísecos a lo cofrade en definitiva.



Aspectos como los detalles de calidad en enseres, cápitulo en el que aún hay mucho que mejorar, pasos llevados por fuerza humana, actividad continuada todo el año, música acorde al "estilo de la hermandad" afortunadamente en Madrid tiene el sentido común suficiente para entender que el paso del cristo de la Fe de los estudiantes no puede llevar la misma música que el paso de los gitanos ¿Porque eso no lo entienden los esclavos de Medinaceli y los hermanos del yacente? ¿Es esto convertir una hermandad en estilo andaluz? NO Es mejorar y hacer las cosas más acordes al espiritu que debe guíar a una hermandad en sus manifestaciones externas e internas.

¿Cuales son los riesgos que se corren de no invertir la situación?

Los riesgos son muchos, muy variados, el primero se rige por una ley universal, todo lo que no sube baja, la semana santa de Madrid está lejos de alcanzar ese punto, que sólo tienen algunas semanas santas de España de no retorno, un nivel que una vez rebasado da la tranquilidad de que va a haber una continuidad, la tranquilidad de que otros vendrán a continuar la labor, o aunque sólo sea a mantenerla. En Madrid no, da la sensación de que en un futuro próximo todo se puede venir abajo, que las iglesias en muchos barrios cerrarán, que las hermandades desapareceran y quedaran en los templos las imágenes de aquellas corporaciones, recordando los tiempos en que pudo ser y no fue. Aún falta mucho sentido de cultura cofrade, no hay una pauta clara entre los ciudadanos de qué es lo apropiado y lo que no lo es, sólo se sabe, lamentablemente, cuando una cosa procede o no, por imitación de lo que se hace allende el AVE, ahí reside el riesgo de lo esperpéntico y de lo inadecuado también cada día más presente en lo cofrade madrileño.

La extinción de hermandades no es algo tan lejano, ya ha pasado y no hace tanto tiempo, son unas cuantas las cofradías en Madrid extintas por falta de hermanos, suspensas de actividad.

El elenco de hermandades que no acaban de "subir" abarca practicamente a todas las hermandades de Madrid, que no es mucho teniendo en cuenta que no son muchas las hermandades que han llegado hasta nuestros días: Yacente, Siete Dolores, Soledad están a la cabeza de este listado.

¿Qué se echa de menos? Muchísimas cosas, se echa de menos una verdadera colaboración por parte de las instituciones, en algo que es una tradición. En este punto el problema estriba en que aunque es una tradición hay que "reinventarla" no se puede recuperar la semana santa del Madrid del siglo XVII, ni la del Siglo XIX, ni siquiera aquella de los años centrales del Siglo XX la semana santa también ha evolucionado, hay que hacer de la semana santa algo atractivo, y además aprovechar lo positivo que puede ofrecer a una ciudad como Madrid: economicamente potenciaría el turismo, pero socialmente las hermandades serían un colectivo revitalizador de templos y por extensión de barrios que siguen inmersos en un proceso de deterioro social. La semana santa en Madrid podría llegar a ser un elemento cohesionador como lo es en otras ciudades. Sin embargo, y aquí me acuerdo del lema del señor Obama son muchos los que dicen "En Madrid no, eso es para las capitales de provincia" ¿Cómo les decimos que "Sí se puede"?


Se echa de menos la fundación decidida de nuevas hermandades. Algo que está experimentado en otros lugares de España, cuando comienzan a fundarse nuevas hermandades se produce un efecto llamada del que salen beneficadas las hermandades viejas.
Otra vez más: ¿Sí se puede? Nos volverían a contestar con la tradicional escusa "es mejor consolidar las que hay ya" " si la gente no quiere hacerse de las que hay ya ¿cómo se van a hacer de nuevas?. Otra gran cuestión que preguntarse es que atractivo ejercen en los ciudadanos las hermandades que ya existen ¿Las conocen? No quiero ser hiriente ¿Cuántos cofrades de otros lugares viven en Madrid? Creo, estoy convencido, porque el que escribe lo es, que más que cofrades de las hermandades de Madrid. Triste.



Evidentemente un aspecto que echa para atrás es la actúal situación de la Iglesia española, algo que sin embargo no parece afectar en otros lugares de España a lo cofrade, o al menos no en la medida tan grande que parece que sí afecta en Madrid, es de rigor decir que sin la colaboración y el impulso decidido de la Iglesia no hay nada que hacer.

Es chocante y contradictorio que en una sociedad donde la iglesia se ha polarizado en dos grupos: los creyentes tibios, que se alejan de una jerarquía cada vez más politizada y enconada en posturas morales y en planteamientos sociales díficiles de casar con la modernidad y con la sociedad actúal española, y los Fieles, que cada vez se radicalizan más convenciéndose de estar en propiedad de una verdad reveladada que les hace mantener un discurso chirriante, fánatico poco proclive al diálogo y al entendimiento, aunque eso es normal porque los fánaticos no dialogan, convencen, o buscan convencer.
En ese estado sociologico en el que se mueve la iglesia las hermandades son en en muchos lugares el nexo de unión entre unos y otros, la forma por la que esos cristianos tibios se mantienen aún en el seno de una iglesia que cada vez más los enajena y los rechaza. Aprovecho para decir que hace mal porque se olvida de que su tarea es buscar a estas ovejas menos dóciles, de que la Iglesia tiene una vocación universal y ecuménica. Pero hace mal porque entre otras razones sin estas ovejas que son la mayoría de los católicos la iglesia perdería su fuerza y su influencia social. Ese fuerza de la que hace gala no se la da la historia, ni tampoco el radicalismo de esos grupos, por mucho ruido y muchas manifestaciones que hagan, la fuerza a la iglesia en España se la da ser la confesión mayoritaría, y lo será en función del cuidado que tenga de la religiosidad popular.


Pero no me quiero desviar del tema, que es la situación cofrade madrileña, una situación que se caracteriza además por un enorme pesimismo y falta endémica de iniciativa: ¿Hacen los cofrades madrileños todo lo que pueden? De un lado quizás se podría decir que sí. Es cierto que la enorme cruz de ser cofrade en una sociedad donde ser religioso y más católico no es precisamente lo mejor visto es ya de por sí una tarea de gigantes, pero si los cofrades madrileños no redoblan esfuerzos verán que aquello que tanto les gusta, aquello que tanto esfuerzo les ha costado, se pierde en la marea de esta sociedad.


Hecho de menos ver de nuevo pasos de misterios representando la pasión y muerte de Cristo en la ciudad, hecho de menos ver más palios iluminados por la luz cálida de una candelería encendida, hecho de menos una semana santa de 7 días y no de 3 y medio- No es cuestión de marcharme lejos, no es cuestión de hacer todos los años una migración cofrade, es cuestión de luchar por hacer posible una semana santa más digna y más apropiada.

Pasan los años y no llega, ni sucede ese momento de cambio de la semana santa de Madrid, que está muy lejos de consolidarse, está lejos de sentirse cómoda en su ciudad, por raro que resulte en una ciudad donde cualquier expresión pública es bien recibida, la semana santa de Madrid no acaba de encontrar ni su espacio, ni su sentido y es he pensado que era justo, como oftalmólogo del entorno cofrade esta ciudad de Madrid abrirle los ojos para que pueda ver la ruina que tiene y la que se le avecina.